Marta Arroyo

Marta es esposa, madre y discípula de Emaús. “Después de casi 25 años estando muy alejada de Dios y de la Iglesia, tuve un encuentro personal con Él, momento en el que me volvió a llamar y desde entonces mi vida gira en torno a su presencia, realmente Jesucristo es el pilar principal de mi fe”, confiesa.

En su vida espiritual reconoce su semejanza con los discípulos que iban camino de Emaús. “Yo me identifico con el que iba junto a Cleofás, ese discípulo a quien no se le da nombre. Me perdí en un momento de mi vida y no comprendía que Jesús ha resucitado y está vivo entre nosotros”.

Tras su regreso a la casa del Padre, Marta ha profundizado la práctica de la oración diaria y la cercanía a los sacramentos. “Jesús está vivo y podemos hablarle, escucharle, pedirle y agradecerle. ¿eso lo haríamos con un muerto? ¡Para nada!”.

Durante el recorrido detrás del Maestro, ha experimentado que “Jesucristo nos escucha, nos aconseja, nos sostiene, nos da fuerza y paz.  Los discípulos estaban perdidos hasta que se encontraron con Jesús en su camino y a pesar de que él les iba hablando todo el rato, no le reconocieron hasta mucho tiempo después.  Así me siento yo, estuve perdida desde los 16 años, Él nunca me dejó, nunca me abandonó hasta que le he reconocido muchos años después, ¡fíjate que maravilla! Que paciencia ha tenido conmigo”, reconoce.

“Hay que buscar a Jesús en las cosas pequeñas, pero hay que ir a verlo a la Iglesia, al Santísimo Sacramento, a acompañarle en el sagrario, el silencio del templo hace que puedas escucharle sin ruidos y sin distracciones. También el acompañamiento del sacerdote es fundamental, acérquense a sus párrocos sin miedo, no solo para confesarse, también para charlar un rato”, recomienda.

Para Marta ha sido de mucho provecho pedirle a Dios cada mañana al levantarse que le guíe y que le haga instrumento suyo, “para mí es lo más importante, Él guía mis pasos y yo me dejo llevar”.

Marta Arroyo
Huelva (1974)
Pertenece al Movimiento Emaús de la Parroquia de la Paz