En nuestro ministerio -subrayó – la especificidad fundamental es vivir la esponsalidad, de una manera más inmediata, es decir una esponsalidad que da sentido a nuestro celibato. “Nuestro celibato no es para hacer más cosas, nuestro celibato a nosotros nos da la posibilidad de una relación con el Señor de una manera íntima”.
El párroco de San Juan Pablo II, dirigiéndose al nuevo sacerdote, dijo que “el Señor se va a poner siempre a tu nivel, nunca te va a pedir más de lo que en ese momento tú le puedas dar, nunca te va a asfixiar, pero te va a ir elevando el listón para que tú lo vayas queriendo más, centrándote más en él y volcándote más con él y de esa relación poco a poco, poco a poco, irá sacando esa esponsalidad que desea contigo para que tú realmente lo representes porque lo estás viviendo en esa intimidad, esa intimidad que te proporciona a ti un modo de mirar distinto”.
Exhortó a Juan a cultivar, por lo tanto, esa relación esponsal que a los sacerdotes se les concede con el celibato “donde uno encuentra libertad y la valentía suficiente de hacer las cosas por él y para él, sabiendo que en ese fundamento de por él y para él va la vida tuya y va tu propio ministerio”.
“Gustad y ved que bueno es el Señor”
¿Qué quieres ser de adulto? Le preguntaba su abuela mientras caminaban hacia la iglesia de un pequeño poblado de Beinanfeng, en China. Él, siendo un niño, respondía: “quiero ser cura”. Dos décadas después, esa conversación se convertiría en una realidad, “por gracia de Dios”.
Songshang Du fue ordenado sacerdote el 20 de junio de este año en la Catedral hispalense, pertenece a la Diócesis de Zhao Xian y durante el curso pastoral ejerció el diaconado en nuestra parroquia de San Juan Pablo II.
Juan es su nombre cristiano. “En China cuando se bautiza a una persona, se le pone un nombre cristiano, un nombre de un santo”, aclara.
“Como dice san Pablo, por la gracia de Dios soy lo que soy, por la gracia de Dios he sido llamado, por la gracia de Dios he podido seguir a Jesús, por la gracia de Dios he sido ordenado sacerdote. Doy gracias al Señor por su llamada, por su amor, por su gracia y su cuidado”, expresa.
Entró al seminario menor con 14 años de edad, en el seno de su familia, católica creyente y practicante le enseñaron a participar de la Eucaristía, a leer la Biblia y a venerar a la Virgen, a vivir en carne propia las palabras del Salmo 34: “Gustad y ved que bueno es el Señor”.
“Cada vez me sentía más llamado, seguro, querido y feliz de seguir a Jesús. Venerar a la Virgen me ha ayudado mucho a discernir mi vocación al sacerdocio y superar las dificultades. Ambos han sido un pilar fundamental para mi fe, para mi vida. Dios me ha llamado, me ha amado y me ama siempre”, manifiesta.
El salto geográfico de Juan ocurrió en el año 2015 por mediación de un sacerdote sevillano que acudía a China frecuentemente de misiones, tras conocerlo, se animó junto con otro compañero a culminar sus estudios de teología en Sevilla.
Reconoce que aprender teología en un idioma extranjero es más difícil que instruirse en el lenguaje materno, lo que supone lógicamente un reto que gracias a Dios ha sabido ir superando.
“Busco el amor de Dios cada día en mi vida, y ese amor me atrae y transforma”, subraya.