Campamento de Ávila 2018: una experiencia transformadora

avila portadaPara unos fue una experiencia transformadora, otros lo catalogan como un encuentro personal con Jesús que es amor y misericordia, lo cierto es que nadie quedó indiferente tras disfrutar del Campamento de Ávila 2018 organizado  por la parroquia San Juan Pablo II y las hermanas agustinas del Monasterio de la Conversión desarrollado en Sotillo de la Adrada desde el domingo 22 al sábado 28 de julio.

Más de 40 participantes de Sevilla, Sotillo y Madrid dijeron “sí” a la invitación que el mismo Jesús hizo a sus vidas, para compartir la fe con otros jóvenes de distintas edades y culturas, sentados a los pies de María Santísima que sembró en los corazones de todos los asistentes, el misterio de la anunciación y el amor a la vocación a la que cada uno ha sido llamado, aceptando sin miedos el anuncio que hace Dios a dejarse amar infinitamente y a confiar en sus promesas.
 
Días intensos cargados de oración, formación y recreación se convirtieron en el eje trasversal de la jornada de espiritualidad que permitió a los asistentes abrir sus corazones a nuevas experiencias de fe, propiciadas por testimonios, claves del día que tuvieron el “Hágase en mí según tu palabra” de María como centro de las meditaciones, fraternidad y acogida dirigidas por jóvenes consagradas a Dios.
 
Música y reflexiones sentaron las bases del Campamento de Ávila, que llegó a su momento cumbre y central con la exposición del Santísimo Sacramento, donde cada uno de los jóvenes tuvo la oportunidad de orar cara a cara a Jesús Eucarístia, dejando al pie del altar, sus miedos y anhelos más profundos.
 
Al aire libre, contemplando la creación de Dios en cada amanecer y cielo estrellado, en cada gesto protagonizado por los demás jóvenes, en el contacto diario, en los testimonios y en la experiencia de beber de la fuente de un corazón abierto, se creó un ambiente de oración y recogimiento que impactó profundamente la vida de cada participantes de un modo especial y único.
 
Las hermanas agustinas a través de la sencillez, el servicio y la humildad motivaron a construir todos juntos la Civitas Dei de la que habló San Agustín, la Ciudad de Dios.